Ilse van Rijn: Polder Cup, 2011
Juego desordenado
La fachada del Witte de With en el centro de Rotterdam estaba cubierta con un banner verde, hierba que mostraba imágenes de campos atravesados por canales y marcados con líneas blancas. Unidos, los terrenos formaban cuatro campos de futbol, uno grande y tres pequeños. Las líneas en tiza aparecían irregulares en comparación con las perfectas líneas rectas de los canales que dividían los campos de juego en bloques asimétricos, salpicados de hoyos y salientes. El banner invitaba a los transeúntes a participar en un partido de fútbol en los pólders, pero los poco convencionales campos de juego advertían de la necesidad de adaptar las reglas del juego a una nueva situación.
Los participantes debían afrontar cambios de las reglas del juego y las interrupciones de su desarrollo en campos de fútbol que dividían el paisaje de los pólders parcelados: el terreno y los canales pantanosos característicos de este típico paisaje holandés establecían la forma de jugar. El anuncio del proyecto en el Witte de With también supuso que el centro de arte se convirtiese en tema de debate – y fuese, de nuevo, redefinido-. No sólo el ‘pintoresco paisaje’ del banner contrastaba intensamente con la arquitectura del instituto, sino que el gran ‘póster’ para el evento deportivo rebautiza implícitamente el Centro de Arte Contemporáneo como el centro de información oficial del campeonato: fue el lugar donde los potenciales jugadores podían inscribirse y desde el cual partían los autobuses que llevaban a los participantes y al equipo de trabajo a los campos de juego en Ottoland, en el distrito de Graafstroom. Estas situaciones de inscripción en el Witte de With y traslado de participantes, por tanto, formaron parte de Polder Cup, un proyecto desarrollado por la artista Maider López (1975) invitada por SKOR en colaboración con el Witte de With.
Los participantes potenciales podían inscribirse en el campeonato de fútbol de forma individual o por equipos. Los árbitros garantizaban que los partidos se jugasen equitativamente y un “maestro de ceremonias” iba diciendo quién tenía que estar dónde y a qué hora. Él anunciaba los resultados después de cada ronda, cuartos de final seguidos de la semifinal, y a continuación la final: ‘El ganador es….’ Los límites de los campos de fútbol estaban señalados por las líneas blancas de tiza y por banderines de córner y porterías auténticas; los balones que acababan en los canales se recogían con redes, y los tiros que se iban fuera se recuperaban utilizando canoas y remos. El público animaba desde las gradas y había sándwiches, y dulces y refrescos para todos. Todo fue cuidadosamente coordinado, dejando pocas cosas al azar. Esta atención y cuidado en la organización del campeonato garantizaba que los jugadores pudiesen involucrarse plenamente en el partido. Durante los descansos, se podían saltar los canales, como forma de entretenimiento y práctica de un deporte tradicional holandés. El ambiente fue magnífico y el tiempo estuvo de nuestro lado; en uno de los videos que Maider López grabó ese día, pueden verse dos tractores traqueteando con el cielo azul y despejado al fondo.
Por un lado, el juego activó el geométrico paisaje de los pólders con canales y terrenos, dotándolo de nueva personalidad; el evento transformó, en palabras de De Certeau, un ‘lugar’ (lieu) estable e incontrovertible en un ‘espacio’ (espace) dinámico. Y por otro, tal como muestran las imágenes de Maider López, situar los partidos de fútbol en los pólders creó drásticamente otra apariencia del paisaje expansivo; de hecho, el conocido paisaje de los pólders estuvo surcado e interrumpido por el juego. Los jugadores pudieron dejar de lado sus preocupaciones diarias y disfrutar el momento. Como en todos los trabajos de Maider López, los jugadores, el juego y el entorno de Polder Cup se colocaron frente a un ingenioso telón de fondo.
A pesar de que la naturaleza pública del evento o de que la abrumadora experiencia compartida de sus proyectos nos puedan hacer casi olvidarlo, el componente visual es vital en el trabajo de López. Formalmente hablando, Polder Cup recuerda a Ataskoa (2005), un proyecto en las montañas del País Vasco. Tras realizar una convocatoria en periódicos y radios, y mediante folletos y pósters, 160 conductores se reunieron con sus coches cerca del Monte Aralar (Intza, Navarra) el 18 de septiembre de 2005. Los vehículos bloquearon la carretera durante cuatro horas de aquel domingo especial. El absurdo atasco formó una colorida y destellante guirnalda al pie de los montes, y al igual que Polder Cup, Ataskoa se escenificó en un entorno natural, activando, enfatizando y cuestionando el paisaje. La actividad, aparentemente espontánea, obtiene su poder a través de la participación y la cooperación de las personas.
Al tener lugar durante el Mundial de fútbol del 2010, Polder Cup sirvió de contrapunto al campeonato oficial. Criticaba el espectáculo en el que se ha convertido el deporte, su disparatado contexto práctico y ridículas reglas (según estándares profesionales). Parodiaba los partidos oficiales. En Polder Cup, la alta hierba, el polen y el terreno fangoso restringían los movimientos de los jugadores. Los canales no sólo seccionaban los campos de fútbol transversalmente, sino que la presencia del agua también significaba modificar las reglas oficiales del juego. A los jugadores no les estaba permitido saltar los canales, lo cual suponía que un defensa siempre estaría separado del delantero de su propio equipo por el agua; por consiguiente, los jugadores tuvieron que debatir y revisar sus tácticas, ideando en el momento nuevas estrategias sin precedentes. Además, todos los campos eran distintos, lo que también produjo nuevas formas de interacción entre delanteros y defensas de un mismo equipo, así como entre los equipos enfrentados, resultando un nuevo lenguaje (futbolístico).
Surge la pregunta: ¿qué deporte estábamos practicando en Polder Cup? Al igual que Ataskoa, este trabajo no sólo muestra lo que un grupo de individuos puede lograr como grupo, sino que también reflexiona sobre el aquí y el ahora, sobre las tradiciones de un deporte concreto o el deporte en general. Además, al igual que en AdosAdos (2007) -proyecto en el que López y los Amigos del Museo Guggenheim crearon una galería temporal para el museo en Bilbao-, Polder Cup cuestiona la estructura institucional y las limitaciones de un centro de arte. En el caso de Polder Cup esto se logró a través de la utilización del banner verde y las implicaciones derivadas para el Centro de Arte Witte de With. En el caso de AdosAdos, se consiguió haciendo que cada Amigo sujetara un panel que simulaba las placas de titanio utilizadas para revestir el museo; la colocación específica de los participantes hizo que la forma del edificio se “prolongara”, y de este modo el apoyo de los Amigos del museo se reflejó en su equivalente estructural (en el sentido arquitectónico). En Polder Cup, el juego del fútbol se reduce a negociaciones interminables, es un guiño a la conocida cultura burocrática holandesa, también conocida como el ‘modelo pólder’, a la cual hacen referencia metafórica el paisaje y su entorno.
Podría decirse que Polder Cup presenta un modelo de diversión y al mismo tiempo una propuesta seria que interviene en nuestra realidad cotidiana. El juego reunió a individuos de distintas procedencias y perspectivas –el jugador de fútbol amateur y el amante del arte, la persona de zona rural y el urbanita, el artista y el comisario– y todos ellos a merced de las inusuales reglas creadas especialmente para el evento. La diversidad de los jugadores destaca temas relacionados con la acción autónoma y con la motivación personal para la participación, pero este campeonato de fútbol también demuestra que las formas y situaciones convencionales (espacios públicos urbanos o rurales, un juego o una organización) pueden abordar y adoptar formas inesperadas.
Polder Cup puede considerarse un camino para el cambio, aunque no suscita un tema único; como juego conceptual es también una representación. En palabras del artista alemán Franz Erhard Walther, con cuyo trabajo a menudo se compara el de López, lo primero y más importante en un campeonato de fútbol es que el personaje principal es su público’. Pero Polder Cup también va dirigido a un público más amplio, de algún modo rompe con una de las cuatro paredes que garantizan el carácter cerrado de un campeonato de fútbol y propicia que el jugador pueda centrarse seriamente en el partido. Tiene lugar una duplicación: en Polder Cup el hincha del partido se convierte en el espectador que observa las imágenes que López extrajo del evento. Esto mina la usual estructura del juego y hace dudar de su seriedad con humor.
El espectador de las fotografías y videos también es “minado”: mientras el escenario poco habitual de las imágenes recuerda a un decorado de película, el material fotográfico y de vídeo -en sí mismo relacionado con cromos de fútbol y su cobertura informativa– sugiere que el espectador es un fan que participa y comparte los resultados del campeonato. Una vez más queda claro que los opuestos tienen únicamente una existencia aparente: cuando los adversarios se juntan son capaces de trastocar estructuras fijas y romper convencionalismos. El juego del fútbol permanece como metáfora efectiva para expresar este rol en la desorganización. En palabras del filósofo alemán Hans-Georg Gadamer, ‘los juegos de balones permanecerán con nosotros para siempre, ya que el balón se mueve libremente en cualquier dirección, pareciendo hacer cosas sorprendentes motu propio.’ Las categorías dejan de existir en Polder Cup, proyecto de Maider López, en el cual los contrastes crean giros totalmente inesperados.
Ilse van Rijn
Abril 2011
Notas
[1] “Play fulfils its purpose only if the player loses himself in play. […] seriousness in playing is necessary to make the play wholly play” (El juego sólo alcanza su objetivo si el jugador se abandona al mismo […] la seriedad en el juego es un imperativo para que el juego se dé), en: Gadamer, Hans-Georg, Truth and Method. Continuum, Londres / Nueva York, 2006 [1975], p. 103.
[1] De: space is a practiced place. [italics MdC] De Certeau, Michel, The Practice of Everyday Life. University of California Press, Berkeley, Los Angeles, Londres, 1988 [1984], p. 117.
[1] Aunque no tiene que ver con el transporte público, el comienzo del capítulo de De Certeau “Spatial Stories” es relevante en este sentido: “In modern Athens, the vehicles of mass transport are called metaphorai. To go to work or come home, one takes a “metaphor” – a bus or a train” (En la Atenas de hoy en día, los vehículos de transporte colectivo reciben el nombre de metaphorai. Para ir al trabajo o regresar a casa, se toma una “metáfora” – el autobús o el tren). De Certeau, 1988 [1984], p. 115.
[1] Franz Erhard Walther, conferencia en De Ateliers, Ámsterdam, 19 de abril de 2011. Rosa Martínez ha comparado la obra de Maider López con la de Walther, véase “Maider López” en: Guggenheim Museum Bilbao Collection. Tf. Editores/Guggenheim Museum Bilbao, Madrid/Bilbao, 2010, págs. 476–79.
[1] En: Gadamer, 2006 [1975], p. 106.